Hace mucho, mucho tiempo, una historia cuenta de un rey que gobernaba su reino. Era una tierra vasta, con mucha gente. El rey era bueno y amaba mucho a su pueblo. Todos amaban su buen rey porque él pensaba en el bienestar de ellos.
Pero de todos los individuos de su reino, su tonto, el bufón de la corte, era su persona favorita entre todas las demás. Era un placer tener al tonto en el palacio. Él podía contar historias graciosas, bailar, hacer malabares y muchos trucos. Cada vez que el rey se sentía triste, todo lo que debía hacer era llamar al tonto para que lo entretuviera y levantara su espíritu.
Un día, el gran rey tuvo una idea. Entonces, llamó al bufón de la corte al palacio real, para que entrara a las habitaciones personales del rey. Allí, el rey le explicó su tarea: “Querido amigo, tú siempre has sido un buen compañero para mí. Me has hecho reír y me has quitado la tristeza, cada vez que te he llamado. Pero, ¡Qué lástima! Estás envejeciendo y no serás siempre mi bufón. Esto es lo que quiero que hagas: viaja alrededor de todo mi reino y cuando encuentres a alguien que sea más tonto que tú, debes traerlo al palacio. Podemos vivir felices juntos, todos los días que te queden, y podrás entrenar al nuevo tonto.
El bufón estaba feliz con el plan del rey e inmediatamente emprendió su viaje. Viajó por todo el reino y conoció a miles de personas. Pero, nunca encontró a alguien que fuera más tonto que él.
Un día, le llegó la noticia al bufón de que debía volver al palacio. El rey estaba enfermo y no había esperanza de que viviera. Con lágrimas en sus ojos y dolor en su corazón, el tonto corrió a casa tan rápido como pudo. Cuando llegó al palacio, el doctor del rey lo llamó de inmediato al dormitorio real para hablar con el rey. ¡Oh! ¡Mucho lloró el tonto por su amado rey!
El rey deseaba ser amable con su amigo, entonces intentó contarle la mala noticia de una manera amable. “Mi amiguito…estoy contento que hayas venido. Pronto estaré emprendiendo un largo, largo viaje, del cual nunca regresaré…” El tonto dejó que una de sus lágrimas saliera de sus ojos y calló sobre la cama del rey. De repente, el tonto abrió sus ojos grandes y miró al rey con gran entusiasmo. Él preguntó, “¡Oh! Gran rey, ¿se ha preparado para este viaje?”
El rey respondió de manera débil, “No, amigo mío… No he preparado nada para este viaje.” Con estas palabras, el tonto saltó de arriba a abajo, emocionado y con gran deleite. Él gritó: “¡Oh rey! Yo he viajado por toda la extensión de esta tierra, tratando de cumplir sus deseos. Y ahora, lo he logrado. Si usted, su Alteza, no ha hecho ningún preparativo para este largo viaje, en el cual usted pronto se embarcará, entonces he encontrado un tonto más grande que yo. Usted, su Alteza, es el tonto más grande de todos.
Amigo, déjame preguntarte hoy: ¿Has hecho algún preparativo para la muerte? ¿Para aquel largo viaje, del cual ningún hombre podrá regresar? Hebreos 9:27 dice, “…está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”. ¡No hay segundas oportunidades, después de la muerte! Cada hombre debe prepararse ahora para encontrarse con Dios, después de que la vida termine.
Jesucristo te está llamando hoy, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28. Y Romanos 10:9 dice, “… si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. ¿Quién fue el tonto más grande en nuestra historia? Uno parecía ser tonto, pero fue sabio para prepararse para la eternidad. El otro, aunque parecía exitoso en su vida, realmente era el tonto más grande porque no hizo ningún preparativo para la vida, después de la muerte. Hoy, puedes preparar tu alma para la eternidad. El hombre que hace a Jesucristo el Señor de su vida y se prepara para la eternidad, es el hombre más sabio que existe.