2 Corintios 4:6 “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.”
Santiago fue el niño preferido toda su vida. Su padre lo favorecía a él por encima de los demás niños en la familia. La escuela fue fácil para él y todos sus profesores consideraban que él era el mejor estudiante de la clase. En la universidad, Santiago se graduó siendo el primero de su clase. Los negocios le trajeron éxito y dinero en cada área que él invertía. Seguramente, Santiago tenía todo lo que él podía soñar. Lo tenía todo… excepto una cosa.
Cuando era niño, Santiago nunca pensó al respecto, pero desde su juventud, él era consciente de una cosa: su alma vivía en oscuridad. Mientras que su padre estaba orgulloso de él y sus profesores pensaban que él era el estudiante más brillante de su clase, por otro lado, Santiago sabía la verdad. Había tinieblas de las cuales él nunca podría escapar. Lo seguían a él cada momento, cada hora.
Cuanto más viejo se volvía, más oscuridad había. Después de haberse ganado los elogios de los hombres y el éxito que todos soñaban, Santiago se dio cuenta que la vida no era maravillosa. Fue claro que todo lo que él se había ganado, no podía llevarse la oscuridad y el desespero de su corazón. Todos pensaban que él era exitoso y feliz. Pero él sabía en su corazón, que no había luz brillando en su alma.
Él comenzó a desesperarse. ¿Qué bien le hizo el éxito si se sentía vacío? Si lo tenía todo, ¿Por qué él sentía como si le faltara algo? Santiago no podía liberarse de la oscuridad.
Él fue de iglesia en iglesia. Hizo donaciones de todas sus nutridas ganancias. Hizo peregrinaciones a lugares santos. Pero nada trajo luz a su alma. Él pensó en quitarse la vida para escapar.
Pero un día, Santiago le contó a un pastor cristiano de su angustiado corazón. El pastor fue amable y le dio una Biblia. Él dijo que era la Palabra de Dios dada a toda la gente del mundo. Luego, Santiago comenzó a leerla, aunque no entendiera todo lo que estaba escrito. Después de unos días, él abrió la Biblia y leyó en Colosenses 1:13-14. Esto hizo que su corazón se quisiera salir del pecho. “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”
Santiago fue hacia el pastor y le preguntó: “¿Quién es el que nos libertó del poder de las tinieblas?” El pastor sonrió y comenzó a hablarle a Santiago del amor de Dios por los pecadores. Él le contó cómo el Hijo de Dios, Jesucristo, vino y dio Su vida en la cruz del Calvario para limpiarnos de nuestros pecados. Efesioss 1:7 “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”.
Aquel día, Santiago encontró el perdón de sus muchos pecados. Sus ciegos ojos espirituales, de repente, vieron la luz de la Verdad y el amor de Dios. Amigo, usted también puede descubrir la luz en medio en medio de su oscuridad y dolor. Usted debe confesar sus muchos pecados a Dios. Alejarse de su vida pasada y entregarse a Jesucristo, el Santo que murió por sus pecados. Después de esto, Él ha prometido que perdonará sus pecados y le dará el poder de ser un hijo de Dios. ¡Usted puede salir de la oscuridad y venir a la maravillosa luz de Jesucristo!